Salud Mental

Tres formas de dejar ir la culpa

Recuerdo el día que me harté de que mis papás se pelearan. Tenía nueve años y eran las 2:00pm de un día caluroso. Comencé a escuchar una vez más los gritos pero esa vez, en lugar de quedarme paralizada, subí a mi recámara y le recé a la Virgen María para que dejaran de discutir y, si eso implicaba que se divorciaran, yo estaba dispuesta a aceptarlo. Un año después se separaron y lo primero que pensé fue: “Esto es mi culpa porque se lo pedí a la Virgen”. Y recuerdo haberme puesto a llorar inconsolable hasta quedarme dormida.

La culpa es un sistema de control. Al contrario de lo que se piensa, la culpa es un mecanismo de defensa incosnciente, que nada tiene que ver con ser víctima y que más bien tiene que ver con intentar controlar el dolor cuando tú o alguien más hace algo que te lastima.

En la historia que te comparto, yo estaba perdiendo a mi familia tal y como era (padres y hermanos unidos) y eso puede ser una pérdida significativa para una niña de nueve años. En ese mometo no hubo un adulto que me acompañara y me permitiera sentir mi dolor y, más aún, me ayudara a entender que el dolor es válido y muchas veces necesario. Como no entendía lo que pasaba y mucho menos sabía cómo acompañarme en mi dolor, la culpa entró al rescate. Si ese día a las 2:00pm mi culpa hubiera podido hablar me hubiera dicho algo como: “Maru, esta separación de tus papás te va a doler muchísimo y además no la puedes controlar porque ni siquiera fue decisión tuya. No sabemos qué va a pasar y puede que te quedes sola. Como esto puede ser muy incierto y desgastante ¿Por qué no nos inventamos que tú tienes la culpa (al fin que sí le rezaste una vez a la Virgen) para que al menos sientas que tú dominas algo en este caos? Invetemos que tú causaste el divorcio, por lo tanto también tú casuaste tu dolor y por lo tanto quizás tú lo puedas controlar”.

Aunque la culpa pretende defenderte de las pérdidas “administrando el dolor”, lo peligroso es que paralelamente genera un estado emocional de muy baja frecuecia que crea un círculo vicioso en el que, incosncientemente, reproduces más pérdida, te culpas más, sientes más dolor y te vuelves a culpar y así hasta provocar una larga historia de tragedias y culpa. Es un sistema altamente auto-destructivo.

La pregunta de los 64 mil millones entonces es…¿Cómo salir de la culpa? Te lo comparto:

1. Haz las pases con el dolor. El dolor emocional es natural y es necesario para tu crecimiento. Cuando sientas dolor, en lugar de huir de él inventandote ser culpable o culpando a alguien más, date permiso de sentirlo y de hablar de lo que sientes con personas de confianza.

2. Responsabílizate de lo que sí te toca. Las pérdidas (de relaciones, de trabajo, de seres queridos, de dinero) ocurren por múltiples factores. De todas las variables involucradas, reconoce cuál sí es tu responsabilidad y cuál no. Si fue tu error perdónate, pide disculpas si es necesario, enmiédalo si aún se puede. Si verdaderamente no participaste en la pérdida o el conflicto, regrésale la responsabilidad a quién le corresponde y suelta. Apóyate en alguien de confianza o en un profesional para hacer este análisis.

3. Reconoce la culpa cuando la estás sintiendo. A veces tan sólo con “cacharte” que estás sientiendo culpa es suficiente para dejarla ir. Además, cuando te caches, aprovecha, usando la siguiente frase, de decirle a tu cerebro a la culpa ya no es una opción para ti: “Aunque me gustaría seguir culpándome o culpar a alguien más de lo que me está doliendo, elijo soltar este patrón porque ahora yo puedo acompañarme en mi dolor y aprender de él”.

Por Maru Barrios Maestra en Desarrllo Humano, Estudiante del Doctorado en Liderazgo, Coach Ejecutivo y Facilitadora de Desarrollo Humano IG:@ddrmaru

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