Nutrición

Prebióticos ¿Por qué son buenos para nuestra salud digestiva?


Cada vez más mexicanos buscan alternativas para mantenerse saludables o mejorar su bienestar físico, y la alimentación es sin duda la base para obtener ese bienestar tan anhelado, y lograr construir buenos hábitos que mantengan el organismo en armonía y equilibrio.  

Alimentarse adecuadamente responde a múltiples necesidades, desde un mayor rendimiento en la escuela o trabajo, la prevención de enfermedades y hasta la estética corporal. Todo cuanto comemos impacta directamente en nuestra salud, ya lo decía Hipócrates: “tu alimento es tu medicina y tu medicina es tu alimento”. En ese sentido los mexicanos necesitamos opciones que nos ayuden a enriquecer nuestro estilo de vida y el de nuestros seres queridos.

La ingesta de prebióticos es de gran beneficio para la salud en general y sobre todo para el sistema digestivo, ya que fomenta el crecimiento de bacterias buenas en el intestino. Es importante no confundirlos con los probióticos, que si bien, suenan casi igual, sus funciones son distintas en nuestro organismo.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los probióticos son microorganismos vivos que, si se administran en suficiente cantidad, tienen efectos benéficos para la salud. Por su parte, los prebióticos son fibras insolubles que se encuentran en alimentos como frutas, verduras, cereales integrales y leguminosas, dicha fibra insoluble llega al intestino delgado intacta y de ahí pasa al intestino grueso, donde es fermentada por las bacterias que habitan en el colon. Este proceso de fermentación está estrechamente asociado con una mejor salud intestinal y con la prevención de muchas enfermedades.

Conociendo esta información, te preguntarás: ¿cuánta fibra prebiótica necesitas consumir al día?  Expertos recomiendan consumir de 5 a 20 gramos de fibra prebiótica al día.[1] Ingerir dicha cantidad se relaciona con una mejor función intestinal por su habilidad de incrementar el peso de las evacuaciones; contribuye a sentirnos satisfechos, gracias al tiempo que nos lleva masticar los alimentos ricos en fibra; favorece la absorción de calcio y otros minerales gracias a su proceso de fermentación en el colon y puede reducir la inflamación y otras infecciones estomacales como la diarrea.[2]

¿Qué alimentos son ricos en prebióticos? Los prebióticos pueden encontrarse en verduras como espárragos y cebolla; en tubérculos como el camote; en frutas como las manzanas y plátanos; en leguminosas como los frijoles y garbanzos; en semillas como la linaza; y en los cereales como la cebada, avena y salvado de trigo.

El estilo de vida de quienes pasamos la mayor parte del día fuera de casa demanda practicidad en todos los aspectos, desde ahorrar el mayor tiempo posible en traslados, hasta elegir los mejores alimentos que proporcionen los nutrientes necesarios y que además sean fáciles de consumir con un agradable sabor. Hoy podemos encontrar en el súper desde galletas, barras y pan de caja, hasta cereales que nos facilitan el consumo de esta fibra prebiótica con beneficios de gran impacto para nuestra salud, y las empresas de alimentos trabajan en innovaciones para sumar más productos de los que puedes elegir, es el caso de Nutri Digest® de Kellogg’s®, un cereal que contempla una mezcla de cereales e inulina, un tipo de fibra prebiótica que ayudarán a que las bacterias buenas que habitan en tu intestino crezcan y se favorezca la absorción de nutrientes.

Las bondades de los prebióticos pueden ser aprovechadas por todos a través de opciones ricas y accesibles, algunas incluso tan prácticas como para comerlas en la escuela o en el trabajo. Haz la prueba e incluye fibra prebiótica en tu alimentación diaria y haz 30 minutos de ejercicio al día, esto contribuirá a que lleves una vida más saludable.

Mariana Camarena

Licenciada en Nutrición y Ciencias de los Alimentos

www.nutricionactiva.com.mx


[1] International Scientific Association for probiotics and prebiotics™

[2] Slavin J. (2013). Fiber and prebiotics: mechanisms and health benefits. Nutrients, 5(4), 1417–1435. doi:10.3390/nu5041417

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