Enfermedades

La Hepatitis C no puede esperar

Gracias a la innovación terapéutica se ha logrado cubrir a todos los genotipos del virus.

9.4 millones de personas reciben tratamiento para la infección crónica por el virus.

El 28 de julio se celebra el Día Mundial contra la Hepatitis para concienciar sobre las hepatitis víricas, que inflaman el hígado y provocan enfermedades graves.

El tema de este año es “La hepatitis no puede esperar” y busca hacer hincapié en la necesidad urgente de eliminar la enfermedad para 2030.

¿De verdad no podemos esperar? La respuesta es clara: cada 30 segundos fallece una persona por síntomas relacionados con las hepatitis víricas, incluso durante la actual crisis causada por la COVID-19, de acuerdo con la OMS.

¿Qué es?

Es una enfermedad del hígado causada por el virus del mismo nombre (VHC), el cual puede causar hepatitis aguda o crónica, cuya gravedad varía entre una dolencia leve que dura algunas semanas y una enfermedad grave de por vida, y puede ser además una importante causa de cáncer hepático, de acuerdo con la OMS.

La evolución de los tratamientos a través de los años

Los primeros tratamientos para la hepatitis C fueron los interferones administrados con ribavirina, que implicaban una inyección a la semana durante un año, más la toma diaria de tabletas.[1]

Sin embargo, el interferon tiene efectos adversos, como fiebre, dolores musculares y de cabeza, así como cambios en el estado de ánimo, mientras que la ribavirina provoca anemia.

La calidad de vida durante el año de tratamiento se veía muy impactada, pues la enfermedad no da síntomas y entonces era desconcertante para el paciente pasar de sentirse bien a sentirse mal debido al tratamiento.

Además, la terapia no es realmente antiviral, sino un estimulador inmunológico y después de un año curara aproximadamente al 45% de los pacientes.

En 2014 se desarrolló la primera terapia de agentes antivirales directos (AAD), que ya tenía como mecanismo de acción inhibir la replicación del virus.

La primera generación de AAD logró elevar hasta 60% la curación de las personas infectadas. La segunda, que inicialmente se dio en combinación con interferones, aumentó el impacto hasta 80%.

Actualmente hay una terapia que contiene dos agentes antivirales en una sola tableta y en tres meses cura al 98% de los pacientes.

La innovación

El virus de la hepatitis C tiene seis diferentes genotipos y las terapias iniciales de AAD no cubrían todos. Algunos solo atendían el 1, que es el más frecuente en México. Con las posteriores terapias combinadas se ha logrado cubrir a todos los genotipos.

La innovación ha permitido el desarrollo de terapias con acción directa contra la replicación del virus, y están formuladas en una sola tableta, con duración corta y con tasas de respuesta sumamente elevadas.

Un botón de muestra es el impacto positivo en el IMSS, pues de los cuatro mil 245 derechohabientes que recibieron medicamentos de última generación entre abril de 2017 y junio de 2019, se registró curación en el 95%.

La eliminación del virus no es el final de la atención

Durante los últimos 15 años los tratamientos antivirales de acción directa han demostrado tal eficacia que casi todas las hepatitis C crónicas pueden curarse si se tratan en forma apropiada.

Sin embargo, estas infecciones pueden no haberse detectado durante muchos años, por lo que los pacientes quedan con el hígado dañado, y algunos tienen un riesgo tan alto de cáncer y otras enfermedades que seguirán necesitando la ayuda de un especialista.

El consumo de alcohol, esteatosis, el género masculino, la edad progresivamente más avanzada, diabetes, infección concomitante con hepatitis B y hemocromatosis son factores de riesgo para cáncer hepático, de acuerdo con la doctora Nancy Reau, profesora de hepatología de trasplante y gastroenterología en la Rush University, en Illinois, citada en un artículo del sitio de noticias para médicos y profesionales de la salud Medscape.[2]

Una gran parte del tratamiento después de la curación estará determinada por la gravedad de la enfermedad. Los pacientes que no tienen fibrosis significativa recurrirán a sus médicos de atención primaria, pero los pacientes con fibrosis en etapa 3 o 4, o que están en peligro de daño hepático adicional, deben mantenerse bajo la atención de un hepatólogo o un gastroenterólogo, según la doctora Reau.

¿Cuándo está curado un paciente?

Investigadores definieron el éxito del tratamiento como un nivel de ARN no detectable para el virus 12 semanas después de concluido, lo que se conoce como respuesta virológica sostenida (RVS) 12 y las recaídas más allá de ese lapso son muy raras.

Sin embargo, los médicos deben evaluar el virus a las 24-48 semanas después del final del tratamiento (RVS24 o RVS48), según la doctora Terrault.

Cuando no hay ARN detectable de virus de la hepatitis C en RVS48, el personal médico puede decir con confianza a los pacientes que están curados y que no necesitan una prueba adicional. La excepción es cuando un paciente tiene riesgo de reinfección: drogas ilegales inyectadas, exposición a sangre contaminada e inyecciones en contextos de atención a la salud de baja calidad.

¿Cómo se transmite?

La mayoría de las infecciones se producen por exposición a pequeñas cantidades de sangre, ya sea por consumo de drogas inyectables, prácticas de inyección o de atención sanitaria poco seguras, transfusión de sangre y productos sanguíneos sin analizar, y prácticas sexuales que conllevan contacto con sangre.

Presencia en el mundo

71 millones de personas con infección crónica por el virus de la hepatitis C.

Las regiones de la OMS más afectadas son las del Mediterráneo Oriental y Europa, con una prevalencia estimada del 2.3% y el 1.5%, respectivamente, en 2015.

9.4 millones de personas reciben tratamiento para la infección crónica por el virus de la hepatitis C

Juntas, las hepatitis B y C son las más comunes y provocan 1.1 millones de muertes y 3 millones de nuevas infecciones por año.

Fuentes: OMS, Hepatitis C y HEP Can´t Wait! Día Mundial contra la Hepatitis 2021

Presencia en México

Conocer la situación real de la infección en México es difícil porque no se dispone de estudios epidemiológicos recientes y los que existen provienen de pequeñas cohortes (grupos que forman parte de ensayos clínico o estudios a los que se observa durante un periodo), reconoce el gobierno federal.[3]

Según expresa la Secretaría de Salud en el documento citado, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición reportó en 2012 una prevalencia de 0.16% en personas de 15 a 49 años, 0.18% en personas de 20 a 49 años, 0.24% en hombres y 0.09% en mujeres.

Por otra parte, agrega Salud, estudios epidemiológicos y dos encuestas nacionales señalan una prevalencia de alrededor de 1.4%, siendo significativamente diferente en el norte (2%) que en el sur (1.5%) y las entidades del centro (1.1%) del país.

Así, México ocupa el segundo lugar en América Latina después de Brasil, con el mayor número de casos de Hepatitis C, con un estimado de 600 mil personas afectadas.

Al menos medio millón de mexicanos están infectados con el virus, aunque aproximadamente solo 5% lo saben, por lo que es urgente promover campañas de detección, de acuerdo con la directora ejecutiva de la asociación “Unidos por una vida mejor”, Miriam Castellot.

En los últimos años, las mejoras en las prácticas de detección han permitido a los proveedores de atención médica identificar un mayor número de casos de enfermedades hepáticas avanzadas en pacientes con infección crónica, de acuerdo con la Federación Internacional de Fabricantes y Asociaciones Farmacéuticas (IFPMA, por sus siglas en inglés).

Debido al gran número de personas que desconocen que están infectadas crónicamente con hepatitis B o C, la identificación de nuevas enfermedades hepáticas avanzadas seguirá aumentando a medida que las personas progresen en su enfermedad y se realicen más exámenes de detección, lo que generará una mayor presión sobre los sistemas de salud y la sociedad.

Hay limitaciones significativas en el acceso a las tecnologías en el mundo debido a la combinación de un financiamiento inadecuada, el estigma que rodea a la afección, la comprensión limitada de la enfermedad por parte de médicos y pacientes, y la falta de modelos de atención integrales que proporcionen vínculos entre la detección y la atención.

Abordar esos desafíos requiere un enfoque intersectorial que aliente a todas las partes, incluida a la industria biofarmacéutica, a trabajar juntas para crear soluciones sostenibles para erradicar la enfermedad como problema de salud pública.


[1] Chirino, Rubí. “Armas innovadoras contra una enfermedad silenciosa” entrevista en Tamiz Cuatrimestral publicación de AMIIF, número 2, noviembre 2019-febrero 2020. https://amiif.org/wp-content/uploads/2019/11/TC.-Tablet-computadora-interactivo.pdf

[2] Harrison, Laird. “La eliminación del virus de la hepatitis C no es el final de la atención al paciente” en Medscape, 21 de agosto de 2019. https://espanol.medscape.com/verarticulo/5904413

[3] Secretaría de Salud. Programa de Acción Específico. Virus de Hepatitis C. 2020-2024, pág. 12. https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/626762/Programa_de_Acci_n_Espec_fico_VHC2020-2024.pdf

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