¿Diabetes se hereda o se puede prevenir?
La diabetes es una enfermedad que preocupa a muchas familias, pero surge la pregunta: ¿se hereda o se puede prevenir? La realidad es que, aunque la predisposición genética juega un papel importante, las decisiones cotidianas y el estilo de vida tienen un impacto decisivo en la probabilidad de desarrollarla. Tener antecedentes familiares de diabetes no significa que inevitablemente se padecerá, pero sí indica que hay un riesgo mayor si no se toman medidas de prevención.
Herencia y riesgo de desarrollar diabetes
La influencia genética en la diabetes se refleja en que, si alguno de los padres tiene esta condición, el riesgo aumenta. Según estudios, la probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2 en estos casos puede ser del 40%. Cuando ambos progenitores la padecen, el riesgo se eleva hasta el 70%. Como explica el endocrinólogo José Gotés Palazuelos, “la diabetes se vive en familia. Por ejemplo, los familiares de primer grado de una persona con diagnóstico de tipo 2 tienen hasta tres veces más probabilidades de presentar alteraciones en la regulación de la glucosa.” Esto demuestra que, si bien la herencia influye, no es una sentencia definitiva; la historia familiar puede ser una alerta para actuar.
El papel del estilo de vida en la prevención
Desde etapas infantiles, los hábitos alimenticios y de actividad física determinan en gran medida si la diabetes será un riesgo que se convertirá en enfermedad o si, por el contrario, puede evitarse. La prevalencia de sobrepeso y obesidad en niños y adolescentes es alarmante en muchas regiones, con cifras que alcanzan el 37% en escolares y 40% en adolescentes, aumentando la probabilidad de resistencia a la insulina y diabetes tipo 2.
Factores como una dieta alta en azúcares, grasas saturadas y alimentos ultraprocesados, combinados con poca actividad física y estilos de vida sedentarios, pueden promover alteraciones en el metabolismo desde una edad temprana. En adultos jóvenes, la falta de sueño, el estrés y el consumo excesivo de alimentos hipercalóricos aceleran la aparición de diabetes. El doctor José Gotés afirma que “hay casos en que alguien acude al médico por cansancio o dificultad para bajar de peso y descubre que ya tiene la glucosa alterada desde hace años.”
Síntomas y detección oportuna
No siempre la diabetes muestra síntomas visibles en sus primeras etapas. Sin embargo, algunos signos como fatiga constante, cambios en peso y dificultad para controlar la glucosa en sangre deben ser motivos para consultar al especialista. La realización de estudios preventivos, como la medición de glucosa en ayunas, puede detectar alteraciones antes que aparezcan complicaciones. Una detección temprana y un diagnóstico oportuno permiten implementar cambios en el estilo de vida que, en muchos casos, detienen o retrasan la progresión a la enfermedad.
Decisiones familiares que pueden salvar generaciones
Contrario a lo que algunos creen, tener un antecedente de diabetes no significa que la enfermedad se vaya a presentar necesariamente. La atención en familia, con decisiones conscientes en alimentación, ejercicio y descanso, puede revertir estados prediabéticos y reducir el riesgo de que la diabetes aparezca. Como señala el especialista, “la salud metabólica comienza en casa. En un hogar donde uno de los miembros vive con un diagnóstico relacionado con la regulación de glucosa, hay una oportunidad única de actuar en conjunto.”
Cambiar la historia heredada es posible si se toman acciones desde temprana edad. La prevención activa y el monitoreo constante de los factores de riesgo permiten mantener niveles óptimos de glucosa en la sangre y favorecer un estilo de vida más saludable. Implementar hábitos adecuados, realizar estudios periódicos y educar a la familia son pasos esenciales para evitar que la historia de la diabetes se repita en las futuras generaciones.
Vivir sin miedo a la diabetes
El control y la prevención en la familia son las mejores herramientas para reducir el impacto de la diabetes. La conciencia sobre la influencia de los antecedentes familiares, combinada con una vida saludable, puede marcar la diferencia. La posibilidad de evitar o retrasar su aparición depende en gran parte de las decisiones que tomamos hoy, no solo para nuestro bienestar, sino también para el bienestar de quienes vendrán después.