¿Cómo comunicamos el riesgo en el contexto de salud?
Alexandra Freeman es directora ejecutiva del Centro Winton para la Comunicación de Riesgos y Evidencia, donde la máxima es: informar, no persuadir. Para ella, la tarea de comunicar a las personas los riesgos en materia de salud puede ser tan desafiante como cuando vimos el meme de un vestido acompañado de la pregunta:“¿De qué color es este vestido?” ¿Recuerdan cómo, mientras algunas personas decían que el vestido era azul y negro, otras opinaban que era blanco con dorado? Así como con el vestido, un mismo riesgo puede ser percibido como algo muy grave o como algo inofensivo. El asunto se trata de percepción y contexto.
La investigadora remarca que los números que solemos utilizar para hablar de los riesgos para la salud solo tienen sentido para las personas si también les decimos qué significan esos números. Aquí otro ejemplo: “Si hablamos de dinero, la mayoría de nosotros estamos familiarizados con el concepto y tenemos una idea del valor de lo que significan 100 pesos (o 100 dólares o 100 euros). Pero el valor de esa misma cantidad de dinero será muy diferente para dos personas diferentes (digamos, un abogado con altos ingresos y un niño de 10 años considerando sus semanadas), y el contexto (digamos, para una barra de chocolate versus una computadora portátil)”.
Lo mismo puede ocurrir al hablar de riesgos en el contexto de salud. Por ejemplo: “Tener el 10% de probabilidad de morir por influenza” puede ser alto o bajo dependiendo del contexto: la persona (edad, enfermedades subyacentes, acceso a servicios de salud), el país y el clima en el que vive; y si está vacunado o no, entre otros. Freeman propone que cuando se trata de comunicar los riesgos a los pacientes, ayuda mucho traducir los números, los datos y las palabras en imágenes mentales que la gente usa y que les pueden ser más familiares que un dato suelto. El objetivo es mostrar un riesgo lo más claramente posible, bajo distintos contextos y formas de mirarlo, y así tratar de reducir la percepción subjetiva y sesgada.
