Cáncer de ovario aumenta su frecuencia

El cáncer de ovario es una enfermedad que preocupa cada vez más, ya que su frecuencia ha experimentado un aumento significativo en los últimos años. Este tipo de cáncer, a menudo conocido como el “asesino silencioso”, se presenta con una dificultad particular: en sus etapas iniciales, puede ser asintomático, lo que retrasa su detección. Como tercer cáncer ginecológico más común, después del cáncer de mama y el cervicouterino, el cáncer de ovario representa un reto clínico importante, porque más del 75% de los casos se diagnostican en fases avanzadas, cuando ya el tumor se ha extendido por el abdomen, complicando el tratamiento y reduciendo las probabilidades de supervivencia.

El incremento en su incidencia también está relacionado con diversos factores, incluyendo cambios en el estilo de vida, factores genéticos y desconocidos, lo cual hace que la prevención y detección temprana sean esenciales. No existe hoy en día una prueba de tamizaje que sea tan efectiva como las que se utilizan para detectar el cáncer de mama o el cervicouterino, sin embargo, herramientas como el ultrasonido transvaginal y los niveles del marcador CA-125 ofrecen cierta orientación en mujeres que presentan factores de riesgo o síntomas persistentes. La falta de un método de detección temprana confiable aumenta la necesidad de estar atentos a cualquier señal que pueda indicar algún problema, especialmente en quienes tienen antecedentes familiares de cáncer de ovario o de otros tipos de cáncer relacionado.

El cáncer de ovario puede estar asociado a antecedentes familiares, en particular si en la historia clínica familiar se han detectado casos de cáncer de mama, ovario, o mutaciones en los genes BRCA. La vigilancia en estos casos debe ser más rigurosa, incluyendo estudios genéticos, que permiten identificar mutaciones que elevan el riesgo. La prueba de BRCA, que consiste en un análisis de sangre o saliva, ayuda a detectar mutaciones en los genes que incrementan la probabilidad de desarrollar la enfermedad, posibilitando una vigilancia más cercana o medidas preventivas. En contraposición, algunos factores de protección conocidos son el uso de anticonceptivos hormonales, ya que estos disminuyen la ovulación y, por tanto, la alteración de las células en los ovarios. También, la cirugía para extirpar las trompas de Falopio ha mostrado cierto impacto en la reducción del riesgo de desarrollo del cáncer de ovario en mujeres con antecedentes familiares.

El tratamiento del cáncer de ovario está estrechamente ligado a la etapa en que se detecta la enfermedad. Cuando se realiza un diagnóstico en fases tempranas, las posibilidades de éxito aumentan considerablemente. La combinación de procedimientos quirúrgicos, en los que se busca remover tanto el tumor como posibles áreas afectadas, junto con quimioterapia, son las estrategias tradicionales. Sin embargo, en los últimos años, la atención multidisciplinaria junto con intervenciones más avanzadas, como inmunoterapias, están revolucionando el pronóstico del cáncer de ovario. La cirugía realizada por un ginecólogo oncológico es clave, ya que estudios demuestran que la supervivencia de las pacientes aumenta considerablemente cuando el procedimiento se realiza con especialistas en la materia. Además, estrategias como inmunoterapia, que ayuda a potenciar la respuesta inmunológica del organismo contra las células cancerosas, están permitiendo que en algunos casos se logre erradicar la enfermedad de manera más efectiva, reduciendo así la probabilidad de recaídas, que tradicionalmente son frecuentes, particularmente en los primeros dos o tres años después del tratamiento.

En vista del aumento en la incidencia del cáncer de ovario, la importancia de acciones preventivas y la detección temprana resulta evidente. La educación sobre los síntomas persistentes, la vigilancia genética en casos de riesgo y la intervención oportuna pueden marcar la diferencia entre una recuperación exitosa y una enfermedad avanzada. La investigación en nuevos tratamientos, junto con un diagnóstico a tiempo, constituyen la mejor estrategia para enfrentar esta enfermedad. La comunidad médica continúa trabajando en mejorar las herramientas de detección y las terapias disponibles, en un esfuerzo constante por reducir la mortalidad asociada al cáncer de ovario y mejorar la calidad de vida de quienes enfrentan esta enfermedad.